¡Marcar límites y establecer fronteras viene automáticamente con el paquete de ser padres! Quienes tienen hijos luchan con la disciplina en un momento u otro. Desafortunadamente, muchos recurren a las nalgadas y los golpes para ganarse el respeto y hacer que los niños hagan lo que se les pide.
En nuestra edición anterior de “La gente nace para brillar”, destacamos diez razones por las que golpear mientras se disciplina a los niños está mal. ¡Abajo hay alternativas que cualquier padre encontrará útiles!
1- Sé firme. Establece límites razonables que sean apropiados para la edad del hijo/hija. Explica esos límites verbalmente y hazlos cumplir de manera firme.
2- Se constante. Si permite saltar en la cama un día y lo prohíbe al día siguiente, solo confundirá a su hijo y socavará sus intentos de que escuche cuando le pida que haga algo.
3- Compromiso. Los niños no siempre pueden diferenciar entre problemas grandes y pequeños. Así que cede a algunas cosas pequeñas de vez en cuando (un pedazo extra de pastel de cumpleaños al final de un largo día podría evitar una rabieta). Eso le dará al niño una sensación de control y le facilitará seguir el programa en los asuntos más importantes (tomarse de la mano al cruzar la calle, por ejemplo).
4- Se asertivo y específico. “Deja de tirar la comida ahora”. es mucho más efectivo que «¡Basta de eso!»
5- Dar opciones. Kathryn Kvols, autora de Redirecting Children’s Behavior, sugiere que si su hijo está tirando los libros de un estante en la sala de estar, podría decirle: «¿Te gustaría dejar de tirar los libros del estante o te gustaría ir ¿a tu cuarto?» Si te ignora, con cuidado, pero con firmeza, lleva al niño a su habitación y dile que puede volver a la sala de estar cuando esté listo para escucharte.
6- Reduzca las advertencias. Si el niño conoce las reglas, imponga inmediatamente las consecuencias prometidas. Si adquiere el hábito de dar seis advertencias preliminares y tres «últimas» advertencias antes de hacer algo, su hijo aprenderá a comenzar a responder solo la octava o novena vez que se le advierta. Vincule las consecuencias directamente a la conducta problemática. No olvides explicar de forma clara y sencilla lo que estás haciendo y por qué: “te quito el martillo porque me pegaste” o “te pedí que no sacaras ese huevo de la heladera y no lo hiciste”. Escúchame. Ahora tendrás que ayudarme a limpiarlo.
7- Sin banca. Si estás imponiendo consecuencias, hazlo inmediatamente. No se puede castigar a un niño al final del día por algo (o un montón de cosas) que hizo antes; no asociará la acción indeseable y su consecuencia.
8- Sé breve. Una vez que termine el castigo vuelve a tu vida. No hay necesidad de revisar, resumir o asegurarse de que el niño entendió el punto.
9- Mantén la calma. Gritar, despotricar o delirar puede cruzar fácilmente la línea y convertirse en abuso verbal que puede dañar a largo plazo la autoestima de los hijos.
10- Ponte al nivel de tu hijo. Cuando hable con su hijo, especialmente para criticarlo, arrodíllese o siéntese. Todavía serás lo suficientemente grande como para que él sepa quién es el jefe.
11- No des sermones En su lugar, haz preguntas para involucrar al niño en una discusión sobre el comportamiento problemático: «¿Está bien fumar cigarros para los niños o no?» “¿Te gusta cuando alguien te empuja en el parque?”
12- Critica el comportamiento, no al niño. Incluso comentarios aparentemente inofensivos como “Te lo he dicho mil veces…” o “Cada vez que…” le dan al niño el mensaje de que está condenado a decepcionarte pase lo que pase.
13- Reforzar el comportamiento positivo. Pasamos mucho tiempo criticando los aspectos negativos y no el suficiente elogiando los aspectos positivos. Los comentarios sinceros como “Estoy tan orgulloso de ti cuando te veo limpiando tus juguetes”, son muy útiles.
14- Juega juegos. “Veamos quién puede guardar más juguetes” y “Apuesto a que puedo ponerme los zapatos antes que tú” son grandes favoritos. Pero asegúrese de no guardar más juguetes o ponerse los zapatos primero: los niños menores de cinco años tienen dificultades para perder.
15- Evitar las rabietas. Aprender a reconocer lo que desencadena las rabietas de los hijos. Los más comunes incluyen agotamiento, sobreestimulación, hambre y enfermedad. Mantener esos factores al mínimo contribuirá en gran medida a reducir las rabietas.
16- Sin sacudidas. Puede parecer una forma menos violenta de expresar tus frustraciones que los azotes, pero en realidad no lo es. Sacudir a su bebé puede hacer que su pequeño cerebro traquetee dentro de su cráneo, lo que puede llegar a provocar daño cerebral.
17- Sin sobornos. Es tentador darle dinero a un niño para que haga o no haga algo. Pero existe el riesgo, y es grande, de que exija algún tipo de pago antes de cumplir con casi cualquier cosa.
18- Compórtate como adulto. Será contraproducente morder al hijo o tirarle del pelo para demostrarle que morder o pegar está mal o no se siente bien.
19- Garantizado. Ofrezca queso con ese gemido. Dígale a su hijo que simplemente no responde a lloriqueos y que no le darás lo que quiere hasta que lo pida de manera amable. Apéguese a ello.
20- Da un buen ejemplo. Si tu hijo ve que tú y a tu pareja discuten sin violencia, aprenderá a hacer lo mismo. Si te ve burlándote de la autoridad al saltarte los semáforos en rojo, hará lo mismo.
Armin Brott, autor de The New Father: A Dad’s Guide to the Toddler Years
Fuente: 100bestcompaniesfordads.com